ALGO QUE DURE PARA SIEMPRE

Así que una noche la muchacha y su amante se reunieron, dice la mamaíta. La muchacha trajo una lámpara y la puso de forma que proyectara la sombra de su amante en la pared.El susurro del espray se detiene y vuelve a empezar. Se oye un susurro corto y luego un susurro largo.Y la mamaíta cuenta que la muchacha dibujó el contorno de la sombra de su amante para poder tener siempre un recuerdo de su aspecto, un registro de aquel momento exacto, el último momento que iban a pasar juntos.Nuestro pequeño llorica sigue mirando fijamente los faros. Se le llenan los ojos de lágrimas y cuando los cierra sigue viendo la luz brillante, roja a través de los párpados, de su propia carne y su propia sangre.Y la mamaíta dice que al día siguiente el amante de la muchacha se había ido, pero su sombra seguía allí.Durante un segundo el niño mira en dirección al sitio donde la mamaíta está dibujando el contorno de su estúpida sombra sobre la pared del risco y descubre que está tan lejos que su sombra es una cabeza más alta que su madre. Sus brazos escuálidos parecen enormes. Sus piernecillas cortas y gruesas parecen largas. Sus hombros estrechos se expanden.Y la mamaíta le dice:—No mires. No muevas un solo músculo o me estropearás la faena.Y el chivatillo de las narices se da media vuelta para mirar los faros.El bote de espray susurra y la mamaíta le cuenta que antes de los griegos no existía el arte. Así fue como se inventó la pintura. Le cuenta que el padre de la muchacha usó el contorno de la pared para modelar una versión en arcilla del joven y así fue como se inventó la escultura.—El arte nunca nace de la felicidad —le dice la mamaíta, en serio.(...)
Algún día, cuando haya crecido, le dice la mamaíta a la sombra, el niño regresará aquí y comprobará que se ha convertido exactamente en el mismo contorno que ella está dibujando esta noche.Los brazos desnudos del niño tiemblan de frío.Y la mamaíta dice:—Contrólate, joder. Quédate quieto o lo vas a estropear todo.Y el niño intenta calentarse, pero por mucha luz que den, los faros no dan ningún calor.—Necesito trazar el contorno con claridad —dice la mamaíta—. Si tiemblas vas a salir borroso.No será hasta muchos años después, cuando ese mequetrefe perdedor se haya graduado con matrícula de honor y se haya roto los cuernos para entrar en la facultad de medicina de la University of Southern California (cuando tenga veinticuatro años y esté en segundo de medicina, momento en que a su madre le harán el diagnóstico y a él lo nombrarán su tutor), no será hasta entonces que este bufoncete patético caerá en la cuenta de que hacerse fuerte, rico y listo no es más que la primera parte de la historia de la vida de uno. (...)
—Ya verás —le dice la mamaíta—. Vale la pena sufrir un poco por esto.Esta será una historia que él le contará a su propio hijo algún día.La muchacha de la Antigüedad, le cuenta la mamaíta, nunca volvió a ver a su amante.Y el niño es lo bastante estúpido como para creer que una pintura o una escultura o una historia pueden reemplazar de alguna forma a alguien a quien quieres.Y la mamaíta dice:—Tienes mucha vida por delante.
Es duro de asimilar, pero hablamos del mismo niñato estúpido, perezoso y ridículo que se quedó temblando, guiñando los ojos ante la luz y el rugido, y que creyó que el futuro sería luminoso. Imagínate a alguien tan estúpido como para crecer sin saber que la esperanza no es más que otra fase que uno deja atrás. Pensando que uno puede hacer algo, cualquier cosa, que dure para siempre.(...)
De Asfixia, Chuk Palahniuk

DESTINOS

¿Por qué pienso
“Este tipo está completamente loco”
Sentado en un bar de pueblo
Vestido con un traje de terciopelo negro, con chaleco
Oliendo a Marica de la Calle Catorce
Con un tic nervioso en unos ojos pardos
En los que casi no se ve la pupila?

¿Por qué pienso
“Este tipo está chiflado”
Cuando pregunta si ha nevado alguna vez en San Francisco
Si Herb Alpert toca a veces música clásica?

¿Por qué pienso
“Este tipo está majara”
Cuando me dice que tiene muchísimo talento
Pero le falta tiempo para desarrollarlo?

¿Por qué pienso
“Este tipo está como una chota”
Cuando coge la jarrita de la leche
Y la llama “Esta vaquita tan mona”?

Sé por qué
Porque no oculta
La desesperada distancia que lo separa de la gente

Sam Shepard, San Anselmo

MI PASION, por RICK MOODY

Digamos que tenés 15 años y estás en un colegio pupilo, donde tus padres te metieron sin consultarte, y que estás tirado en la cama de tu mejor amigo, también metido ahí sin consulta previa, y que acabás de tomar LSD y que las paredes están haciendo esa cosa asombrosa que hacen cada vez que tomás ácido: se ondulan, respiran. En este momento, el proceso digestivo te parece más divertido que nunca; la sola idea de hacer la digestión te provoca convulsiones. No podés parar de reírte y, mientras te reís de lo divertida que es la digestión, se te cruza una idea. O mejor dicho, hay una idea que ahora te parece inevitable: deberías poner un disco –uno de esos vinilos para los que se necesita una bandeja, una púa y una multitud de cables– y mientras lo escuches vas a buscar mensajes ocultos, instrucciones para suicidarse, incitaciones a cometer asesinatos en masa y métodos para cultivar alucinógenos, mensajes ocultos que todos los padres de esta tierra siempre supieron que se escondían en los discos.¿Qué disco elegís para este momento? ¿Intentás pasar al revés el final de “Strawberry Fields Forever”? No, ya probaste y no pasa nada. También aprendiste que las palabras “number nine”, si pasás al revés el Disco Blanco, suenan muy parecido a “turn me on, dead man”, pero no podrías ser concluyente al respecto. No tenés discos de Black Sabbath, porque la verdad es que te parecen bastante estúpidos; tampoco tenés discos de AC/DC, porque todavía no son demasiado conocidos. Como ya probaste pasar al revés absolutamente todos tus discos y los de tu mejor amigo, decidís poner el más raro de todos, ése que se robó de la radio donde trabaja porque total ahí nadie lo va a extrañar. El disco es el que la banda californiana The Tubes sacó en 1975. ¿Por qué? A lo mejor porque su hit, una cantilena wagneriana que incluye coros, orquesta y maldiciones, se llama “White Punks on Dope”, y en este momento vos sos exactamente eso: un punk blanco y drogado.Estás solo, aceptémoslo; incluso de ácido y con tu mejor amigo. Estás solo porque ésa es la condición del adolescente. Así que, punk, blanco y drogado, ponés The Tubes, y atrás de sus sintentizadores aparecen sus letras satíricas y autolacerantes, su inigualable manejo de los ritmos más obtusos, sus arranques de mariachis, su surrealismo, su variado repertorio (un poco de soul, un poco de música de películas, un poco de acid rock). En este momento éste te parece el mejor disco de la historia.Y ése es el mensaje oculto que buscabas, aunque después te cueste convencer a tus amigos devotos de los Grateful Dead o los Rolling Stones. Pero no te detenés ahí. Ahora elegís el tema más oscuro, el más impenetrable de The Tubes, una parodia de ciencia ficción que se llama “Space Baby”, y acelerás el tocadiscos haciéndolo girar a 45 rpm, cosa que la canción suene como si estuviese grabada por los Archies. “Tiene que haber un tiempo y un lugar / En el que pueda dejar de buscar / Y encontrar a los de mi raza / Y nunca, nunca, jamás, volver a ser un bebé espacial”.¿Alguna vez la adolescencia te pareció más inolvidable? ¿Alguna vez sentiste más que ahora que tu vida es inigualable, y que por eso sentís también una necesidad impostergable, que tenés que ejecutar una bizarra danza gestual, tan repleta de movimientos espásticos que si alguien te viese en este momento no podría sino reírse?Los años pasan como bandadas de pájaros. Tu cara se hunde como el barro; algunos amigos mueren; los amantes se separan; los presidentes van y vienen. ¿Debería asombrarte entonces que tu pasión por el instante que acabamos de describir sea como una minúscula linterna guardada en el cajón del escritorio, que todavía hoy ilumina hasta el último rincón de tu interior?

Querida Tan Triste

Comprendo, a pesar de ligaduras indecibles e innumerables, que llegó el momento de agradecernos la intimidad de los últimos meses y decirnos adiós. Todas las ventajas serán tuyas. Creo que nunca nos entendimos de veras; acepto mi culpa, la responsabilidad y el fracaso. Intento excusarme -sólo para nosotros, claro- invocando la dificultad que impone navegar entre dos aguas durante X páginas. Acepto también, como merecidos, los momentos dichosos. En todo caso, perdón. Nunca miré de frente tu cara, nunca te mostré la mía.

Juan Carlos Onetti

Pena penita

"...Con todo así pudo usted vivir este amor de la única forma posible para usted, perdiéndolo antes de que se diera."

La maladie de la mort, Marguerite Duras, noviembre 1984

Viendo que

Ni en la soledad
ni en el sueño
yo te encontré